Adolescencia: momento de crisis personal y familiar necesaria ¿Cómo puedo ayudar a mis hijos e hijas?

Psicología para adolescentes en Bilbao

La adolescencia, es una de las mayores crisis de la vida. A través de las generaciones, este período ha ido cambiando en cuanto a tiempos y formas. Y estas diferencias relacionadas con el salto generacional, generan una mayor incomprensión y un aumento de los conflictos en la relación entre padres e hijos.

La relación cambia sustancialmente, aumentando los momentos de tensión, enfrentamiento y frustración. Es un período en el que es probable que sean más las emociones negativas las que definan el ambiente familiar. Enfado, incomprensión, rabia, ira, etc.

A través del siguiente artículo intentaremos ayudarte a que, dentro de las dificultades, el ambiente familiar mejore a través de la comprensión y el entendimiento.

Evidentemente, hablamos de una crisis complicada, pero ¿es necesaria la crisis de la adolescencia para un desarrollo normal?, ¿es normal lo qué le pasa a mi hijo?, ¿cuándo debo alarmarme?.

En esta etapa debemos asumir comportamientos de rebeldía, inconformismo y confrontación. Como fenómenos naturales y sanos en su desarrollo, el adolescente sale de la dependencia absoluta de la relación con sus padres, y empieza a sentirse más autónomo, con más capacidad de decisión, etc. Esta necesidad de ser más él, responde a algo tan esencial en la vida de un individuo como construir su propia identidad. Este proceso requiere un distanciamiento temporal de la figuras parentales, y un acercamiento a sus iguales (importancia de ser aceptado por el grupo y de los que puede percibir más aceptación) para poder tomar conciencia de quién es y quién quiere ser. Este distanciamiento es un proceso normal, que en algunas ocasiones se vive con angustia y miedo por parte de los padres, pues se confunde con la pérdida definitiva de la relación, o con la desvalorización como figuras significativas.

Que un adolescente quiera ser más autónomo, significa que hemos hecho bien nuestro trabajo como padres.

Es en este punto dónde los progenitores pueden plantearse ¿qué tipo de padre/madre debo ser?.

Partiendo de la idea de qué en esta etapa los conflictos van a ser más frecuentes qué en etapas anteriores, algo que podrá minimizarlos será tener una buena comunicación con ellos, y no olvidarnos de que unos límites y normas claros son esenciales.

Si la postura que adoptamos es la de unos padres excesivamente autoritarios que toman unilateralmente las decisiones sin tener en cuenta en ninguna de ellas a sus hijos, los hijos serán incapaces de hacer nada por si solos, se sentirán por una parte inseguros y dependientes de nosotros, al no haberles permitido ir probándose en ciertas áreas y situaciones. Además, otra opción posible es que se sientan no aceptados (esto ocurre cuándo el no está por delante en cualquiera de sus decisiones: ropa, amigos, opiniones, etc.) y acaben presentando crisis de oposición más intensas.

Por el contrario, si adoptamos una postura permisiva, igualitaria y sin limites, es decir, padres como iguales, amigos, etc., lo único que conseguiremos será que crezcan sin patrones de conducta adecuados. No podrán enfrentarse al mundo con responsabilidad, ni podrán afrontar las normas y límites que por naturaleza marca la vida. Nuestros hijos necesitan figuras que les proporcionen seguridad.

En ocasiones los padres adoptan una postura de sobreprotección, en un intento de evitar que sufran y que se equivoquen, pero al igual que las anteriores posturas, esto tampoco favorecerá a los adolescentes, ya qué les convertirá en personalidades inseguras, incapaces de tomar decisiones, con un bajo autoconcepto de si mismas, fomentando además la dependencia en las relaciones que desarrollen (seguir dejando que les cuiden al sentirse incapaces de hacerlo por si mismos).

¿Cuál sería entonces el tipo de padres que pueden educar sanamente a sus hijos?

La etapa en la qué se encuentran inmersos los adolescentes, es una etapa de duelo al despedirse del rol de niño, aunque ellos ansíen el hacerse mayores, mas independientes, etc. Para desarrollar en nuestros hijos la confianza en sí mismos, una alta autoestima y una independencia responsable, es importante tener en cuenta:

Dentro de seguir educándoles, debemos reconocerles y tenerles en cuenta en algunos aspectos en los que piensen o elijan de manera diferente a nosotros. De esta manera se sentirán aceptados, y además se mostrarán más receptivos a nuestras propuestas. No somos el enemigo al que hay que oponerse.

  • Entender la autonomía como un proceso natural, pero valorar la conducta disciplinada y ordenada.
  • Poner límites y normas: Saber decir que no, dando las explicaciones adecuadas.
  • Mantener una comunicación abierta y sincera, lo cuál disminuye las tensiones y ayuda a que detectemos a tiempo los problemas que puedan presentarse: drogas, alcohol, estudios, etc. Y que de no detectarse y tratarse, pueden llegar a complicarse.
  • No juzgar cada aspecto que nos cuente, solo conseguiremos que no quiera comunicarse más con nosotros. Mostrarnos empáticos, transmitirle que le entendemos y proponerle (no imponerle) cómo solucionaríamos o como afrontaríamos una situación.
  • Fomentar la toma de decisiones haciéndoles ver que ser respetan sus opiniones. En caso de no estar de acuerdo, proponer el punto de vista sin juzgar ni imponer criterio.
  • Exigir cambios de conducta pero también reforzar positivamente las conductas adecuadas y los esfuerzos que estos realizan.